- 2023 ha sido especialmente negativo con un crecimiento de la productividad inferior a la media histórica
- Desajustes entre la oferta y la demanda de trabajo y su elevada temporalidad además del difÃcil acceso a la financiación para empresas pequeñas, son parte de las causas
- Para catedráticos como Javier Ferri, hay que entender mejor las condiciones en las que unas empresas logran ser productivas y otras no
La Fundación de Estudios de EconomÃa Aplicada (Fedea) y el Consejo General de Economistas (CGE) han publicado hace pocos dÃas un análisis sobre elementos estructurales de la economÃa española en el que se resalta el capÃtulo dedicado a la productividad:
«Los bajos niveles de España con respecto a los de la Eurozona y su cada vez mayor distanciamiento con respecto a la media de la UE está provocando que nuestro paÃs esté perdiendo convergencia con respecto a Europa en términos de renta y competitividad».
En la década del 2013 al 2023, la productividad por ocupado en España creció un 0,7% frente al promedio comunitario que alcanzó el 5,9% y acorde con información de Eurostat, de 2018 a 2023 la variable se desplomó en España un 1,9% mientras que en dicho periodo se incrementó un 1,3% en el Continente.
Factores como el reducido tamaño del tejido empresarial, la escasa inversión en I+D, falencias en la seguridad jurÃdica entre otros han sido señalados como los causantes de este rezago.
Análisis más profundos explican que existen otras causas como la poco competitiva inversión en activos intangibles, los desajustes entre la oferta y la demanda de trabajo y su elevada temporalidad además del difÃcil acceso a la financiación para las empresas pequeñas.
¿Qué es la productividad?
Para Adam Smith, según el Profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos J. Ricoy la productividad se define como:
«La dinámica de la productividad está determinada por la acumulación de capital y por la progresiva extensión de la división del trabajo, la cual se refiere a la organización de los procesos particulares de producción y, lo que es fundamental y significativo, a la estructura del sector industrial en su conjunto, a la progresiva subdivisión y diferenciación del sector manufacturero en industrias individuales cada vez más especializadas, es decir, la división social del trabajo».
En términos simples pero consecuentes a la definición del ilustrado escoces, la productividad es la resultante de dividir el Producto Interior Bruto de un paÃs por el número de ocupados o las horas trabajadas.
El comportamiento de esta variable define, la capacidad de crecimiento de una economÃa, su competitividad internacional comparada y el nivel de vida de los ciudadanos.
Otros informes, mismas conclusiones
En el estudio de abril pasado sobre Ciclo económico, empleo y productividad, de BBVA Research, la Fundación Rafael del Pino y Fedea, se dice que:
«De las cuatro variables en las que se descompone contablemente el PIB por PET (productividad por hora, hora por empleado, tasa de empleo y tasa de actividad), España mantiene un diferencial negativo persistente con las primeras 8 naciones de la unión en todas ellas menos en las horas por empleado».
El informe resalta que España se ha rezagado del lote principal pues en las primeras dos décadas del siglo ha acumulado un retroceso de la productividad total de los factores del 7% frente al alza que logran economÃas como Estados Unidos con 16%, Alemania con 12%, Reino Unido con 9% y Francia con el 1%.
Ante los estudios, los analistas en general proponen fortalecer la economÃa del conocimiento, reforzar el desarrollo tecnológico y generar un entorno más favorable a la inversión.
Formación académica
La medición del impacto de la formación académica sobre la productividad, no se puede soslayar.
La tercera parte de la población laboralmente activa de España tiene un nivel de formación por debajo de la secundaria completa, frente a una media del 20% en la eurozona, o del 17% en la Unión Europea.
El más reciente informe PISA, muestra cómo los conocimientos financieros de los estudiantes españoles han desmejorado con resultados doce puntos por detrás de la media de la OCDE, mientras que hace cuatro años la distancia era de ocho puntos.
Comprender mejor el problema
Javier Ferri, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y parte del equipo de analistas de los informes de Fedea, CGE, BBVA y la Fundación Rafael del Pino, considera que hay que ir mas allá de diagnóstico convencional.
Para Ferri, las nuevas tecnologÃas ‘per se’ no aumentan la productividad.
Considera que el uso de IA para resolver problemas sobre los que antes se tenÃa que pensar mas tiempo da la idea de un aumentando de productividad pero podrÃa ser lo contrario, porque la formación académica para resolver dichos problemas también se va a reducir, restando capacidad analÃtica a la persona.
Señala también que hay que estudiar lo que sucede en el aspecto organizativo a nivel de las empresas.
Empresas muy productivas se enfrentan a otras con muy baja productividad, incluso dentro del mismo sector de actividad.
Es importante comprender como una organización o los empresarios son capaces de sacar el mayor rendimiento a sus recursos.
Sus palabras son de aliento cuando se refiere a los efectos de la transición energética sobre la productividad española.
En España, el desarrollo de renovables para Ferri, liberará cada vez mas recursos económicos que antes se utilizaban para importación de energÃa y por ello el estado deberÃa ser capaz de movilizar estos recursos hacia inversión en actividades con alto valor añadido.
Estudios y reflexiones de personalidades como Ferri que invitan a pensar no solo en la urgencia de solucionar errores estructurales presentes en la economÃa española sino también en evitar nuevos errores como las subvenciones estatales a los mas ineficientes.
Un «mundo ideal» en donde muchas empresas compitan al disponer de mano de obra calificada, tecnologÃa de punta y en donde la productividad, como señalaba hace años Michael Porter, sea el foco de las estrategias nacionales.
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